Las pausas en el entrenamiento son positivas, ya que nuestro cuerpo de tanto en tanto necesita un periodo de descanso de consolidación de todas las rutinas que hayamos llevado a término, de igual forma, en los deportes competitivos, una pausa nos da un tiempo para repensar y replantearnos tanto objetivos como estrategias a largo plazo, es un periodo de reflexión adecuado y necesario, además de altamente positivo.
El problema llega cuando pretendemos iniciar de nuevo la práctica deportiva. No es que hayamos perdido todo aquello ganado, o que tengamos que empezar de nuevo, simplemente que el descanso también ha provocado que nuestro cuerpo se desacostumbre de la rutina de entrenamiento y de una cierta forma de actuar, por ello, las vueltas al entrenamiento deben ser progresivas, siempre poco a poco, y sin miedo a tardar un tiempo en recuperar lo anteriormente alcanzando.
Tampoco debemos demorar fuerzas o caer en depresiones, ni mucho menos, el camino para volver al terreno o a las marcas donde estábamos anteriormente llega en el momento justo después de realizar una pequeña fase de vuelta al trabajo y de adaptación a la rutina. Si hacemos un poco de memoria, recordaremos lo que nos llegó a costar conseguir estar en ese estado físico que ahora queremos, y de lo muchísimo más que nos costó educar a nuestro cuerpo y mente para ser inflexibles con los planes de trabajo.
Por ello, después de ese tiempo de descanso, está bien volver con pequeños entrenamiento, e ir subiendo rápidamente la intensidad y el tiempo, pero siempre y ante todo, que los primeros días sean flojos, donde los objetivos sean por ejemplo aguantar o llegar al final de un entreno “medio” en nuestros buenos tiempos.
Recordar otra cosa, ahora podemos llegar más lejos porque ya somos otro “año” más “viejos”, así que tendremos bastante camino ya recorrido.