Las manos son frágiles y hacemos uso de ellas constantemente: trabajos manuales, el teclado del ordenador, labores de jardinerÃa, bricolaje, etc.
No debemos extrañarnos, por lo tanto, que a veces se resequen, se enrojezcan y se encuentren desvitalizadas. Las manos necesitan, tanto o más, que cualquier otra parte de nuestro cuerpo.
Las manos son las primeras en sufrir las agresiones del exterior. Muchos factores pueden fragilizarlas y acelerar su envejecimiento cutáneo: el frÃo, el sol, el uso de productos quÃmicos, etc.
La fragilidad de las manos
La piel de la manos es muy fina y frágil.
Es normal que se reseque con demasiada facilidad, puesto que su piel contiene pocas glándulas sebáceas (aquellas que favorecen la producción de una pátina natural de protección), lo que las hace extremadamente vulnerables.
La epidermis de las manos está poco hidratada. La sÃntesis de factores hidratantes naturales es pequeña (4 ó 5 veces inferior con relación a la cara).
Esto conlleva una deshidratación continua que requiere el uso de productos capaces de compensar esta carencia, y que al mismo tiempo detenga la aceleración del envejecimiento de las manos.
Las causas del envejecimiento de las manos
1. El frÃo es el enemigo número uno. El frÃo disminuye los medios de defensa natural de la piel y altera la pelÃcula protectora.
La piel reseca es muy vulnerable y las glándulas sebáceas ralentizan su segregación natural. Entonces, aparecen las irritaciones y las estrÃas.
Al combatir el frÃo, el flujo sanguÃneo es más lento y la piel, al estar menos nutrida, se endurece.
2. Los productos de limpieza: los detergentes alteran la pelÃcula protectora de la epidermis y terminan por fragilizar las manos.
El uso diario de productos quÃmicos y su contacto frecuente con las manos, normalmente mezclados con agua, aumentan el riesgo de agresiones bacterianas.
3. El sol: al igual que el frÃo, el sol es muy dañino para la frágil piel de las manos. Con el tiempo termina secándose y marchitándose, como si se tratara de una flor.
Algunos consejos
Utilizar cremas hidratantes concentradas en glicerina, que dejan una pelÃcula protectora en la superficie de la piel.
Embadurnar las manos con vaselina o parafina y ponerse guantes de algodón durante el sueño. Con este truco las manos estarán como nuevas al dÃa siguiente.
Utilizar cremas hidratantes durante los meses de invierno.
Ejercer un masaje sobre las manos para reforzar los principios activos de los productos que solemos utilizar para protegerlas, de esta forma, también trabajamos las articulaciones.
La gimnasia de los dedos ayuda a mantener una mano esbelta y ágil.
Con la última aplicación diaria de crema sobre las manos, debemos ejercer un rápido masaje que favorezca la absorción del producto y refuerce su efecto suavizante.