Después de mucho pensarlo, te has apuntado a un gimnasio, y deseas empezar a cuidarte, llevas meses vigilando la dieta y haciendo algo de footing por tu parque habitual, pero eso te sabe a poco, y decides empezar una rutina de entrenamiento en la sala de pesas.
Esto, que ha sido el primer paso de todos los que deciden cuidarse, no es moco de pavo, el primer entrenamiento suele ser una montaña, ya que al miedo y la inseguridad se unen la falta de conocimiento sobre cómo funciona ese microcosmos nuevo para nosotros.
Lo primero de todo, es no sentirnos pequeños. Si el de al lado levanta 50 kilos, pues bueno, tú con tus 2-3 kilos para empezar no está nada mal. El primer secreto es conocer los ejercicios, y hacerlos bien, esto solo se consigue con práctica, e ir probando poco a poco con diferentes pesos, analizando las fotos y los ejercicios de tu rutina, preguntando si no entiendes algo, y con mucha, pero que mucha constancia.
Por supuesto, no hace falta decir que trabajar en el gimnasio no es una competición de ver quién es el macho que levanta más peso, si no que se trata de ir mejorando nuestros cuerpo poco a poco, por eso mismo, no te pases con el peso, podrías caer en una terrible lesión prematura.
Utiliza las barras sin nada, o mancuernas con poco peso. Analiza la amplitud del ejercicio, nota como tu musculo “vive” y trabaja poco a poco. No quieras levantar el máximo peso, hay que hacer muchas repeticiones, así que poco a poco.
Tu barriga es lamar de bonita, pero levanta la cabeza y mira al frente, eso ayudará a tener tu espalda correctamente posicionada, disminuir el riesgo de lesión y no parecer un asocial.
Nada de cargarte tu musculo, no hace falta llegar hasta que ya no puedas más. Basta con algunas repeticiones sin más.
Como veis, no es tan complicado empezar, solo se requiere paciencia y muchas ganas. Poco a poco notarás esos deseados cambios en tu cuerpo.