Perder peso es siempre el objetivo a conseguir. Ya sea para lucir tipo en verano o simplemente, para mantener una buena salud, hay que tener la alimentación vigilada.
Conseguir perder peso es a base de mucho esfuerzo, principalmente de mentalización. El rato que pasamos en el gimnasio está bien, pero cuando llegamos a casa queda lo más importante.
Como hemos dicho siempre, perder peso no se consigue solo a base de hacer mucho ejercicio. Todo se basa en el equilibrio calórico que mantengais en vuestra vida.
Si las calorÃas que se consumen están por encima de las que se gastan, la conclusión es fácil: se engorda. Si gastais más de lo que consumÃs, perdereis peso.
Como veis, la teorÃa es muy fácil. Por lo tanto, para mantener un equilibrio calórico, debeis controlar la comida en cantidad y calidad.
Por eso decÃa, que cuando llegais a casa queda lo más difÃcil. Por lo general, después de un buen agotamiento fÃsico, apetece relajarse en el sofá, acompañados de una buena cena y un buen postre.
En ese momento, ya es vuestra mente lo que entra en juego para evitar ese deseo irrefrenable de saquear los armarios. El ejercicio ya no tiene nada que ver.
Pensadlo bien. ¿Merece la pena tirar por la borda las dos agotadoras horas en el gimnasio? Para muchos la respuesta es negativa, pero solo unos pocos logran llevarla a cabo.
Precisamente ahÃ, es donde hay que hacer hincapié.
Cuando llegueis a casa, os relajeis, y sintais esas ganas irrefrenables de inspeccionar la cocina, vuestra mente ha de trasladarse al momento posterior a haber ingerido lo que teneis pensado.
Es por todos sabido, que después de haber ingerido de manera compulsiva, alimentos que, en realidad, no querÃamos, la sensación de enfado, y de malestar es casi del 95% entre las personas que lo hacen.
La sensación de un cuerpo delgado, firme o duro que tenemos cuando salimos del gimnasio, choca frontalmente con los rodillos grasientos, y los blandos michelines que se retozan caprichosamente por nuestra cintura después de haber comido sin control.
La sensación de culpabilidad e incomodidad es total, y lo peor es que, hasta el dÃa siguiente ya no tiene remedio. Hemos perdido otro valioso dÃa en el camino a nuestro objetivo.
Aunque parezca mentira o incluso, chistoso, esas sensaciones son nuestra mejor baza. La única manera de enfrentarnos a la sensación de gula (no de hambre) es recordar las malas sensaciones que tenemos cuando lo hacemos.
De esa manera cuando cojamos ese bollo de chocolate y recordemos nuestras malas experiencias anteriores, tenderemos a asociarlo a malas experiencias, y por tanto, nuestro organismo no le tendrá el mismo aprecio.
Si lo lograis poco a poco, al principio será más duro, pero una tomada la costumbre, el camino será llano y ya nada os separará de vuestro objetivo.