Etapa 1: preparar la piel
a. La ducha
Lo ideal es afeitarse debajo de la ducha o justo después de haberse duchado. Al igual que la clásica imagen del barbero poniendo una toalla caliente sobre la barba, el secreto está en el vapor. La humedad caliente permite que se abran los poros, que los pelos se liberen y se vuelvan más suaves. Un buen indicador: si el vaho no ha empañado el espejo del balo, es que la piel no está lista todavÃa.
b. La limpieza
Es importante limpiar bien la piel antes del afeitado. Utilizar un gel limpiador que haga espuma durante 10 segundo, con el fin de purificar la piel. Es importante saber que si os afeitáis sin limpiar la piel, corréis el riesgo de aprisionar las impurezas en los poros abiertos, lo que favorecerá los cortes.
Si utilizáis una brocha, os permitirá exfoliar con suavidad la piel del rostro y desprenderos de las pieles muertas. Recordar que una exfoliación es necesaria, al menos, una vez a la semana. Efectivamente, este tratamiento nos permite eliminar las células muertas, aclarar el tono de la epidermis y facilitar la renovación celular.
c. El aceite antes del afeitado
De esto solemos olvidarnos con mucha frecuencia. Un aceite antes del afeitado juega un papel muy importante en la disminución de escamas, cortes e irritaciones. Humedecer la zona que se va a afeitar con ayuda de agua caliente. Poner una gota de aceite en el hueco de la palma de la mano.
Emulsionar y calentar la gota de aceite, palma contra palma. Comenzar por dar masajes en el cuello, con movimientos circulares, e ir subiendo hasta llegar a la zona que se pretende rasurar. No se debe enjuagar. Aplicar la crema, gel, jaboncillo, o espuma de afeitar por encima.
Ahora la piel está preparada para afeitaros con suavidad, con un mayor deslizamiento y facilidad. No os preocupéis, pero esta gota de aceite no os dejará ningún rastro graso sobre la piel.