Los traumatismos de cabeza están en el origen de algunas secuelas, que pueden generar ciertos desajustes cognitivos, del comportamiento y de las emociones. Normalmente suelen ser rechazados por el entorno.
Traumatismos leves
No suelen conllevar comportamientos inadaptados, incoherentes o peligrosos. Sin embargo, se observan ciertas modificaciones de la intensidad de las emociones, con perturbaciones de las relaciones sociales y familiares: impaciencia, irritabilidad, o impulsividad. La vÃctima tiene conciencia de estas modificaciones, y sufre por ello.
La psicoterapia tradicional no está indicada. Los desarreglos evolucionan favorablemente con el tiempo. Pero el diagnóstico médico y un tratamiento corto a base de ansiolÃticos puede ayudar a reducir la angustia y las tensiones familiares.
Traumatismos severos
Están en el origen de diferentes desarreglos, concretamente de comportamiento y de las emociones. Las deficiencias se manifiestan en un doble sentido: la vÃctima se vuelve más pasiva, como si fuera al ralenti, apragmática, su participación en la vida social es superficial, sin iniciativa ni implicación.
Por el contrario, puede adoptar un comportamiento impulsivo, excesivo, con cambios de humor bruscos, pasando de una actitud jovial a reacciones inesperadas y violentas, sin motivo aparente.
Estos desarreglos no son percibidos de manera realista por la vÃctima. La disminución del control de los comportamientos puede manifestarse en crisis de bulimia, gestos y propósitos impúdicos, comportamientos antisociales. Las reacciones a estas emociones son inadaptadas o desproporcionadas: miedo, agresividad, cólera, crisis de rabia, gritos, romper objetos.
En ciertos casos, se observa una actitud frÃa y una indiferencia afectiva muy marcada. Los dos pueden coexistir, lo que presenta ciertas crisis de cólera o gestos inesperados, sobre un fondo de indiferencia y de insensibilidad a las emociones.