Un aporte insuficiente en antioxidantes puede estar asociado a un riesgo creciente de cáncer o de sufrir una enfermedad cardiovascular. ¿Cómo llevar una alimentación rica en antioxidantes? ¿Es necesario recurrir a suplementos alimenticios para protegerse de todos estos riesgos?
Los antioxidantes
Ciertos antioxidantes están fabricados por el organismo, y otros son aportados por la alimentación. Estos ayudan al organismo a desprenderse de los radicales libres (derivados del oxÃgeno, molécula de base utilizada por las células), y que si están presentes en exceso, pueden ser nocivos para las células ya que favorecen el envejecimiento y las enfermedades coronarias (cáncer, enfermedades cardiovasculares).
Los antioxidantes previenen las enfermedades crónicas
Varios estudios lo demuestran, ya que las personas con aportes en antioxidantes más débiles (y que no eliminan una cantidad suficiente de radicales libres) están más expuestas a sufrir un cáncer y otro tipo de enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, no existen estudios que demuestren que se pueden combatir ciertas enfermedades crónicas tomando altas dosis de complementos alimenticios ricos en antioxidantes.
Dicho de otra forma, una alimentación a base suplementos ricos en antioxidantes, sólo serÃa útil en ciertos casos. La buena dosis y la buena fuente de antioxidantes procede de nuestra propia alimentación.
La buena dosis de antioxidantes
A modo de ejemplo, veamos los resultados del célebre estudio Suvimax, que comprobó las dosis nutricionales en antioxidantes. Los aportes más elevados fueron asociados a una disminución de padecer un cáncer en un 30%. Pero este resultado sólo pudo ser observado en el caso de los varones.
¿Cómo explicar este fenómeno? Las mujeres comen de media más fruta y verduras que los hombres y por lo tanto tenÃan un mejor estatus en antioxidantes. Resultado, no sacaron provecho de los beneficios suplementarios para aumentar los aportes en antioxidantes, a la inversa que los hombres, que sà pudieron subsanar su déficit. Esta simple corrección tuvo consecuencias inmediatas sobre la tasa de riesgo de padecer un cáncer.