No cabe duda que el baño es algo más que un modo de limpieza corporal. En Japón se usa para la purificación, en la India es un rito religioso, en Brasil forma parte de los preliminares antes de una relación sexual.
En muchas culturas, el baño tiene una importancia muy especial. Bien sea por pura relajación, o para recuperar la vitalidad, o por pura cuestión de estética, en todos los casos se trata de un tiempo exclusivo para cada persona.
El baño es una verdadera fiesta para los sentidos ya que nos aporta la relajación necesaria, y la vitalidad y belleza que toda mujer necesita al cabo del dÃa.
La temperatura del agua varÃa en función de cada necesidad: para la relajación nerviosa o muscular se recomienda tener el agua a una temperatura no inferior a los 34º, ni superior a los 38º. El calor provoca una dilatación de los poros, aumentando el flujo sanguÃneo. Durante el tiempo que estamos dentro del agua se produce la eliminación de toxinas.
Sin embargo, la acción de un baño de agua frÃa es mucho más estimulante. En la tradición nórdica, después de pasar un tiempo en una sauna o en un hamman, las mujeres se dan una ducha de agua frÃa, o se meten por un tiempo en una piscina de agua a menor temperatura.
El baño lo utilizamos en función del objetivo que queremos alcanzar: Para dormir, lo más aconsejable es un baño caliente. Por la mañana, después de dormir, lo mejor es un baño frÃo para cargar las pilas y tonificarnos tras ocho horas de sueño. Por la tarde, un baño caliente nos pondrá en mejor disposición para despertar la sensualidad de todo nuestro cuerpo.
El secado, tras un baño prolongado es fundamental. Es muy importante dejar bien secas las partes interdigitales de los pies. Y para terminar, se recomienda una buena hidratación a base de una crema corporal. Con esto suavizamos la piel y volvemos a nutrirla tras el baño, evitando que se reseque o termine cuarteándose.