Hoy un poco de psicologÃa deportiva, y un tema que de bien seguro les puede interesar tanto a entrenadores como deportistas en general.
Muchas veces nos encontramos ante problemas entre dos miembros de nuestro grupo, y bien bien no sabemos actuar. En estas ocasiones, mayormente, peleas, acaban enredadas y resultan ser un verdadero callejón sin salida, ya que llega un punto en que todas las partes tienen razón y simplemente se están lanzando todos aquellos argumentos que no gustan y que han ido acumulando de anteriores decisiones.
En esos momentos, el saber dialogar por parte de un juez es vital, porque las posiciones son tan chocantes que ninguno dará su brazo a torcer. Es en este momento donde las habilidades comunicativas del mediador son más básicas. De hecho, si os fijáis he utilizado la palabra mediador y no juez, ya que la primera premisa de este pacificador es que nadie tiene la razón y todos la tienen. Un juez da o quita la razón, un mediador o pacificador consigue la concordia y el entendimiento entre las partes.
Este mediador, también necesita unas cualidades que no son necesariamente comunicativas, sino más bien de autoridad y legitimidad. De nada sirve un pacificador que no es respetado por ambas partes, y sobre todo y ante todo, en que las dos partes no confÃan, ya que en el momento en que hay confianza ninguna de las partes dará de sà para conseguir dialogar.
Es evidente que el primer trabajo del pacificador es justamente conseguir que las dos partes dejen de acusarse, y dejando de lado todo lo que les diferencia y enfrenta, encontrar puentes y complicidades para conseguir una comunicación de nuevo. En el momento en que la consigue, el camino hacia la conciliación ya es menos duro, ya que para saber dialogar, el primer paso es querer dialogar. Esa es in duda, una de las lección más importantes que debemos aprender como entrenadores, que hay que propiciar las condiciones adecuadas para dialogar.