Cuando se toma la decisión de comprar una cinta de correr o de ir a un gimnasio para utilizarla, las razones pueden ser muy diferentes. La cinta de correr suele llamar la atención de los principiantes; permite abordar la disciplina de manera progresiva y con mejor control a nivel de los tiempos, la velocidad y el rendimiento.
Pero una cinta de correr puede ser también muy interesante para los corredores con experiencia, puesto que constituye una alternativa interesante para romper la monotonÃa de un recorrido que se repite corrientemente, o para evitar el mal tiempo de fuera. A pesar de que correr en cinta no es igual que correr al aire libre, no deja de ser un complemento bastante interesante.
Cinta de correr o asfalto
Existen diferencias notables entre correr fuera o sobre una cinta mecánica. La primera razón está relacionada con la presión ejercida por el pie sobre el suelo. Sobre una cinta de correr, es el mecanismo quien fija la velocidad y entrena las piernas, el suelo se despliega debajo de los pies. En la carrera clásica pasa lo contrario, son las piernas las que avanzan sobre el suelo y ejercen la presión.
En segundo lugar, la cinta de correr provoca un movimiento constituido por pequeños saltos durante la marcha, más que de empujes sobre la pierna de atrás y sobre el suelo. Generalmente, la zancada será más corta en amplitud.
En tercer lugar, el desgaste energético es diferente. Correr a 15 km/h sobre una cinta requiere menos energÃa y es menos exigente que la carrera al aire libre.
En cuarto lugar, los tobillos trabajan menos sobre una cinta de correr que siempre es plana, y por lo tanto tendrán que ejercitarse menos que si van por un terreno irregular. La utilización de la cinta de correr tiene una serie de beneficios para el organismo y permite la puesta a punto de un trabajo de calidad que conlleva una mejora cardiovascular.