Cuando por una u otra razón el pene deja de tener erecciones espontáneas, es el momento de comenzar a tratar el problema. Efectivamente, a fuerza de no pasar regularmente por este estado benéfico de erección, al pene le puede faltar oxÃgeno, y correr el riesgo de perder su reflejo eréctil, y por lo tanto perder su elasticidad, e incluso reducir su tamaño.
Por esto mismo, los médicos proponen una reeducación activa del pene. El ejemplo más claro está cuando los hombres se someten a una operación de próstata. Cuando un cirujano opera a un paciente de la próstata, intentará no tocar los nervios de la erección, para no alterar las posibilidades sexuales del enfermo.
Pero, incluso estando entre las manos de un excelente cirujano, durante un tiempo se dejan de tener erecciones. Esto es normal, a causa del impacto operatorio sufrido. Efectivamente, los nervios se ven afectados tras la manipulación necesaria para tratar la próstata, y necesitarán cierto tiempo para volver a funcionar correctamente.
Durante los tres primeros meses que siguen a una intervención de este calado, las erecciones son débiles o casi inexistentes. Tras seis o nueve meses, vuelven a aparecer espontáneamente. Pero lo que es seguro, es que tras 8 a 24 meses, la erección vuelve a desarrollarse, habilitando al pene para mantener relaciones sexuales normales.
Pueden pasar hasta dos años antes de que la relaciones sexuales sean nuevamente completas. Dos años es mucho tiempo sin oxigenación para el miembro viril. Para prevenir esta apnea prolongada, se debe realizar una educación activa del pene.
El gesto reeducador consiste en una inyección en el pene, con la ayuda de una aguja muy fina, de una substancia capaz de provocar la erección.
Durante los tres primeros meses, la dosis del producto será débil, de forma que se vaya posibilitando el flujo de sangre que favorezca la oxigenación. Después de tres meses de tratamiento, se pueden aumentar las dosis para provocar una erección suficiente que permita mantener una relación sexual normal.
Estas inyecciones se deben poner una o dos veces por semana, durante diez dÃas, en función de cada paciente y de las reacciones del órgano que se pretende reeducar.