Ahora que llegan las Olimpiadas hay un tema del que me gustarÃa habalr en la sección de psicologÃa deportiva, y es justamente los problemas que nos puede llevar el no ser seleccionado. Es un tema muy interesante, ya que lejos de pensar que todos somos olimpistas que podemos ir a competir a por las medallas de oro, es cierto que el proceso de selección existe en casi todos los deportes, por no decir en todos, y mucho más profundo y complejo en los deportes colectivos, cuando podemos vivir una verdadera crisis por no haber sido seleccionados para competir, por ejemplo en un partido cualquiera. Por tanto, aquà tenemos un ejemplo de la grandeza de las olimpiadas: nos puede dar lecciones para el dÃa a dÃa de nuestra vida deportiva, tanto para los deportistas que se enfrentar a ser seleccionados cada semana como a los que viven esto cada año al querer ir a sus selecciones respectivas.
Primero de todo hay que hay que admitir que nuestro objetivo jamás debe ser llegar a ser seleccionado en una selección o para unas olimpiadas, si fijamos en esto nuestro objetivo podemos caer en una muy grabe crisis al ver que no nos escogen, que será lo normal, el objetivo siempre debe ser mejorar y disfrutar con el deporte, para que de esa forma nos hagamos imprescindibles en el combinado o en la selección.
Un segundo problema puede radicar en el golpe psicológico de no ser seleccionado, sin ir más lejos, todos tenemos ejemplos en la mente de deportistas que después de un rechazo deciden dejar sus deportes porque piensan que no pueden ir más allá.
Para luchar contra todos estos miedos solo hay un camino: cambiar de objetivo. Al igual que «ganar» no puede ser en si un objetivo, tampoco puedo serlo ser seleccionado, el trabajo debe ir más allá, y la motivación también, debemos encarar el deporte y todos sus trabajos como una motivación en si, y debemos también encarrilar nuestros entrenamientos en la mejora personal propia por ella misma, y no basándose en el propio objetivo de «ganar», porque de esa forma lo único que hacemos es meternos una presión que será mala para el verdadero objetivo: competir bien para tener opciones de ganar.