Cuando nos enfrentamos a problemas o dificultades en cualquier momento de la vida todos desearíamos poder solucionarlos de forma rápida y eficaz, para luego seguir con nuestra existencia“normal” sin más sobresaltos.
Sin embargo, no es tan sencillo solucionar nuestros problemas si nos resulta difícil poder ver que las soluciones, la mayor parte de las veces, se encuentran en nosotros mismos.
A través de una terapia muchas veces es posible hallar aquellos miedos ocultos que fueron construidos durante la niñez.
Así, la psicoterapia, conocida también como “terapia emocional” busca lograr desbloquear esas experiencias que se encuentran ocultas en el inconsciente y que afectan a una personas desde su niñez.
Existen acontecimientos en la vida de un niño que hacen que éste se proteja y evite ver o registrar alguna situación que lo afecta de forma directa. Muchas veces estas situaciones son las peleas que presencia entre sus padres o el sentimiento de resentimiento por creer que éstos prefieren más a su hermano.
Por supuesto que todo sería más sencillo si se conociera anticipadamente qué fue lo que ocasionó la apatía o tristeza, pero la psicoterapia no se ocupa de descubrir el «por qué» sino del «para qué».
Las diferentes corrientes terapéuticas han llegado a concluir que la base para que una persona pueda superar sus problemas está en el lazo que se crea entre el terapeuta y el paciente, pasando a ser una relación significativa e importante.
De esta forma, el paciente puede depositar en el profesional, todos sus miedos, alegrías y enojos. Esto siempre y cuando se pueda establecer entre ambos una confianza que además de profunda se prolongue en el tiempo.
Actuando de esta forma, se logra generar un compromiso entre ambos, en la cual el terapeuta piensa que el paciente lo acepta tal y como es y lo ayudará a enfrentar sus experiencias, con la idea que el mismo paciente pueda ver que le cuesta más trabajo descubrir pos sí solo, siendo el principio de un cambio que comienza a producirse.
Para comenzar una terapia es fundamental dejar de lado los prejuicios que aún existen y dejar de resistirse prefiriendo quedarse con lo conocido y no producir los cambios.
A este tipo de actitud se la conoce como transferencia negativa donde el paciente ve en el terapeuta representado todo aquello que odia o no acepta de sus figuras paterna y materna.
Viéndolo desde este punto de vista la solución de muchos de nuestros problemas está muy cerca de cada uno pero es necesario ser capaz de entender que la iniciativa es siempre individual.