Nuestros ojos son nuestro bien más preciado. Sea cual sea la intensidad de la luz solar, o de la luz difusa, las nubes y la bruma no filtran bien todos los rayos UV, por eso todos debemos protegernos de sus posibles consecuencias.
Los rayos de sol se componen de tres tipos de radiaciones: UVA, UVB, y rayos infrarrojos. Los rayos ultravioletas doran la piel, pero también pueden quemarla.
Son menos visibles, y pueden provocar problemas que van del enrojecimiento a daños más graves: afecciones de la retina, inflamaciones, aparición prematura de cataratas. Los rayos infrarrojos, que difunden el calor del sol, calientan y a veces queman los párpados, secando la córnea y provocando el cansancio visual.
Además, la luz azul, difÃcil de focalizar por el ojo, puede inducir a una fatiga visual. Es el principal responsable de los fenómenos de deslumbramiento y de ciertas aberraciones cromáticas (mala percepción de los colores), pudiendo ocasionar errores de apreciación.
Nieve en polvo y arena fina
El sol puede provocar en el ojo una triple agresión. La primera por su irradiación directa en función de la estación, el lugar geográfico y la altitud. La segunda por los reflejos de los rayos UV que cambian en función de la naturaleza del sol.
La nieve en polvo refleja el 85% de los rayos UV, contra el 20% de la arena de las playas. Esta es la principal causa de daños oculares en la nieve. Finalmente, la tercera causa es el deslumbramiento, debido al reflejo de los rayos solares que puede provocar una molestia visual y dolor ocular.
Las consecuencias pueden ser graves: caÃda de la acuidad visual, perturbación de la visión de los colores y de la percepción de los relieves.
Las gafas de sol
Únicamente las gafas de sol pueden disminuir la intensidad de la luz, absorbiendo los rayos de sol que queman los ojos y filtrando de manera selectiva la casi totalidad de los rayos UV, absorbiendo gran parte de los rayos visibles y de los infrarrojos.
El material de los cristales
Los cristales minerales poseen grandes cualidades ópticas: se rayan menos y son inalterables en el tiempo. Son cómodos para usar en ciudad, pero son pesados, y normalmente peligrosos a la hora de practicar un deporte.
A los deportistas se les recomienda el uso de cristales orgánicos, hechos en policarbonato, porque son irrompibles y tres veces más ligeros que el cristal. De una calidad óptica menos rigurosa, se rayan con facilidad, salvo que estén fabricados con un policarbonato tratado.