Hoy toca hablar de deportes individuales, y no podÃamos saltar por encima los continuos problemas que se han estado sucediendo estos dÃas en el gran espectáculo que supone el Tour de Francia. Vamos por partes, el Tour es simplemente la competición más importante y prestigiosa en el ciclismo, lo que supone en lÃneas generales el objetivo final de la mayorÃa de ciclistas del mundo, además, también es una institución por si misma, siendo una tradición nacional para la propia Francia, y un factor económico muy importante para todas las ciudades por donde pasa, asà como para todo el jaleo mediático y de difusión que representa.
Pero parece ser que en los últimos años el prestigio del Tour ha estado en tela de juicio por los diferentes escándalos que se han ido apoderando de él. Por ejemplo, los continuos casos de dopaje que se han ido sucediendo, o en este caso, los atropellos y diferentes accidentes sobre los propios corredores que en vez de ser casos aislados se reproducen.
El trazado del Tour recibió crÃticas por ser muy rebuscado en algunos casos, y por querer tener unos niveles de espectacularidad que a veces no iban acordes con lo que humanamente es superable por los propios ciclistas. Por ejemplo, una de las quejas se centraba en la poca amplitud de algunas calzadas en etapas concretas.
El último escandalo ha sido un atropello en plena carrera, los coches de abastecimiento directamente no dejan pasar a los corredores, que han de estar más atentos en no caer que en correr más rápido, además, si esto lo unimos a la exigencias de muchos equipos a sus conductores para que estén muy encima de sus corredores, además de los propios coches y motos de la televisión que deben captar niveles de espectacularidad superiores a los normales, tenemos la polvora necesaria para que haya accidentes, y asà ha sido.