Con la llegada del verano las tentaciones son enormes, y es difÃcil resistirse a todas ellas, cuando el descanso y el relax es lo fundamental. Las ganas por dejarse llevar son grandes, y de disfrutar al máximo, incluido durante las comidas. Pero, después del tiempo de vacaciones, los resultados pueden ser nefastos. Más vale establecer un ritmo alimenticio, sin dejar de disfrutar de las vacaciones, y de sus placeres culinarios.
Un solo plato basta
Elegir un poco de cada plato en los buffets, comerse un perrito caliente en la playa, dejarse llevar por la tentación de los helados, picotear antes de las comidas… Es lógico que estos reflejos terminen por arruinar nuestra figura. Pero, claro, en vacaciones, cómo no sucumbir a estos placeres.
Basta con prestar un poco de atención y recordar que comer, disfrutando, no significa pasar hambre. Comenzar por las cantidades. En el buffet, elegid un plato más pequeño, y no un plato grande. En un restaurante no volverÃas a repetir, pues en el buffet tampoco. Para el aperitivo, servÃos en un pequeño plato lo que vayáis a picotear, para controlar la cantidad que coméis. Con esto ya estamos dando un primer paso.
Los postres
Por supuesto, podéis comer helado, pero no en cada comida y todos los dÃas de las vacaciones. La idea es la de compensar. Si os coméis un helado a mediodÃa, luego no comáis postre después de comer. Mejor es saltarse el postre de mediodÃa previendo el helado de la merienda.
Lo mejor es escoger un sorbete que un helado, puesto que tiene menos nata. Los azúcares siguen estando presentes, y este placer no debe ser saboreado más de tres veces en semana.