Como otros ambientes naturales la montaña ha ejercido desde siempre una atracción especial sobre los amantes de experiencias diferentes y deportes donde la adrenalina está siempre presente.
Ya desde la prehistoria la montaña tenía un magnetismo especial mágico y también ligado con las supersticiones, pero hoy se la observa con un espíritu más deportivo después de muchas épocas de la historia en las que pasó por distintos períodos que incluyeron el científico-humanístico.
Un poco de historia sobre el origen del montañismo
Según han pasado los años el montañismo fue evolucionando. Así, en Asia se creía que la montaña se relacionaba con una presencia divina, era la morada de los dioses, pero a partir del siglo XIX cumbres importantes como el Himalaya, Karakorum o el Altai ya habían sido descubiertas por hombres que se atrevieron a llegar a lo más alto de estas montañas.
Puede afirmarse que el inicio de montañismo fue en el año 1336, cuando Petrarca asciende al monte Ventoux, Dante sube a los montes Falterona y Prato al Soglio.
Ya en el año 1358 Rotario d’Aspi continúa con las expediciones italianas y sube a la cumbre del Rocciamelone, mientras que en 1492 Antoine de Ville escala sobre roca y llega a la cima del monte Aiguille, en el Vercors.
Leonardo da Vinci llega al Momboso, en Val Sesia demostrando además, a través de sus obras un especial interés por los bonitos paisajes alpinos, al igual que otros artistas como Brueghel que se mostraron atraídos por esas mismas montañas ya en el siglo XVI.
En el pasado las actividades en la montaña se limitaban a las ascensiones y recién en 1627 comienza la actividad de montaña militar con el duque Carlos Manuel I de Saboya que funda los “Marroniers”, un cuerpo de soldados especialistas en la nieve, con la misión de socorrer a los viajeros que querían atravesar el paso del Gran San Bernardo durante el invierno.
Como punto de partida de lo que se denomina “montañismo”, es posible establecer el 8 de agosto de 1786, cuando Jaques Balmat,consigue llegar a la cumbre del Mont Blanc.
Tras esta primera ascensión los Alpes se convirtieron en uno de los lugares más visitado por los turísticas ávidos de vivir aventuras en la montaña y con posterioridad a la conquista de las cimas más famosas se inicia un proceso masivo del deporte de montaña.
La escalada como deporte
La idea de la escalada como deporte es la conquista de las cumbres por rutas con mayores dificultades buscando los deportistas la pared más vertical o la más larga para realizar los ascensos.
A comienzos del siglo XX los deportistas comenzaron a buscar mayores dificultades y la introducción de medios artificiales para ampliar los límites de las dificultades sobre todo en paredes que eran consideradas como imposibles.
Gracias a varias innovaciones técnicas hoy es posible enfrentarse a las dificultades, además de comparar y clasificar distintas vías de escalada, sobre todo con la aparición de los anclajes que mejoró las técnicas de escalada libre.
También, con el surgimiento de la escalada deportiva en Europa en los años 60 se desarrolla la denominada “escalada acrobática” en las que se comienzan a romper ciertas marcas de dificultades y desde entonces coexisten dos tipos de escaladas; la clásica y la deportiva.
Con esta distinción algunos deportistas se refugian en el conocimiento de la montaña mientras que otros tienen el argumento de que la escalada de máxima dificultad es la que le da sentido a ascender paredes.
El Everest y otras montañas del Himalaya han sido objeto de expediciones de alpinistas y entre ellas destacan el Nanga Parbat, el Kanchenjunga, el Shisha Pagma o el K-2 no han dejado de recibir visitantes durante las últimas décadas.
Y en la actualidad, ya conquistadas todas las grandes cumbres del mundo los retos del alpinismo moderno están centrados en conseguir aquel que sea aún más difícil y con ascensiones más rápidas en condiciones complicadas e incluso en solitario.