La obesidad, que no debe confundirse con el sobrepeso, es considerada por la medicina como una enfermedad, que afecta cada vez más personas en el mundo, produciendo serios problemas de salud como diabetes, cardiopatías, hipertensión e incluso cáncer.
Como definición podríamos decir que la obesidad es una acumulación de grasa excesiva y que se encuentra muy por arriba de los parámetros normales. Teniendo en cuenta además, que el organismo guarda como reserva todo aquello que no utiliza como energía.
Estos depósitos de grasa se forman gracias a la metabolización de los alimentos y al consumo de bebidas alcohólicas, distribuyéndose no sólo a nivel subcutáneo sino también alrededor de las vísceras, siendo en este caso donde los mayores problemas suelen aparecer, ya que si la grasa que se encuentra entre los distintos órganos es excesiva puede presionar los órganos impidiendo que éstos funcionen de forma correcta y también causar arteriosclerosis.
Por otra parte, cuando existe un aumento de grasa en el cuerpo de forma exagerada, esto le genera al organismo un ritmo de trabajo muy superior al normal, con el agravante que es un problema que está afectando considerablemente a la población infantil
Es importante saber que a pesar de seguir una alimentación equilibrada y sana, el exceso de alimentación puede igual llevar a la obesidad, cuando el consumo de energías en menor, cosa que no sucede cuando se sigue una dieta disociada. Por ello, es saludable limitar la ingesta de grasa saturada e hidratos de carbono simples.
Para calcular el grado de obesidad en la actualidad de utiliza la fórmula denominada IMC (índice de masa corporal) que puede medirse con un aparato portátil
Dentro de los valores de IMC encontramos:
- Normal: \IMC 20 a 24,90
- Sobrepeso (Obesidad Grado): IMC 25 a 29,90
- Obesidad Grado II: IMC 30 a 34,90
- Obesidad Grado III: IMC 35 a 39,90
- Obesidad Grado IV (llamada obesidad mórbida): IMC 40
En cualquiera de estos casos siempre existe un margen de un 15% por arriba y debajo que es aceptado. Por ello un IMC que se encuentre entre el 18,5 y el 20 o entre el 25 y el 27 se considerarán aceptables. Asimismo, la mortalidad asociada a la obesidad es proporcional a la gravedad de ésta y se encuentra influenciada por la forma en que se distribuye la grasa y edad.
Dentro de los tipos de obesidad encontraremos la exógena y la endógena, sin embargo la medicina hoy no acepta estos términos y la clasifica de forma diferente teniendo en cuenta la morfología:
- La obesidad ginoide: Donde la grasa se distribuye mayormente en las caderas y muslos. Es típico de la mujer aunque también puede aparecer en el hombre.
- La obesidad androide: La grasa se encuentra distribuida sobre todo en el tronco y abdomen, relacionándose con problemas de hipertensión, diabetes y cardiopatías.
- La obesidad sin patrón de distribución: Este tipo de obesidad no posee una distribución determinada en el cuerpo.
Por otra parte, los factores que pueden determinar la obesidad son variados, siendo los principales:
- Una predisposición genética.
- Intolerancia y sensibilidad a algunos alimentos.
- Excesiva ingesta excesiva de grasa saturada y de hidratos de carbono simples juntamente con bebidas alcohólicas.
- Alteraciones emocionales, especialmente aquellas que producen ansiedad y se intenta compensar la misma ingiriendo grandes cantidades de alimentos.
- Una masticación insuficiente de la comida.
- Problemas relacionados con la metabolización de los alimentos, como puede ser la producción de enzimas digestivas insuficientes.
- Disfunciones en la glándula tiroides o suprarrenal
- Sedentarismo
- Posible disfunción del hipotálamo (regulador de la sensación de hambre o saciedad)
- Obesidad de tipo patológica, que es provocada por algunos medicamentos como pueden ser los corticoides.
En medicina ortomolecular las enfermedades se consideran originadas por múltiples causas y la terapia ortomolecular procura proporcionar al paciente cantidades de sustancias normales al cuerpo, dándole mucha importancia a las vitaminas.
Estas sustancias vitales son aminoácidos, enzimas, nutrientes no esenciales, vitaminas, minerales y hormonas, para restaurarlos a niveles normales
La medicina ortomolecular busca precisamente el equilibrio molecular y tiene como objetivo reparar el desequilibrio que ocurre en las células. Por ello, como primer que trata es modular los neurotransmisores y los neuropéptidos asociados con el hambre y la saciedad.
Como segundo objetivo busca controlar la llamada “inflamación silenciosa” y lograr un equilibrio.
Sus tratamientos no están en contra de los tratamientos tradicionales de la obesidad, sino que los complementan, asociándose a ellos y logrando mayores beneficios con los mínimos efectos adversos.
La administración de complejos multivitamínicos y multiminerales, son necesarios porque proporcionan micronutrientes que aseguran una adecuada actividad bioquímica. También la fibra vegetal que produce volumen en el intestino y se transforman en elementos saciantes, atrapando los azúcares y el colesterol.
Algas como la Espirulina da sensación de saciedad, el glucomano, el Gla-Epa-Dha que reduce los niveles de colesterol y de triglicéridos.
También se recomienda el cromo, Bromelia, extracto de Hoodia Gordonii, un cacto que aplaca el hambre. Garcinia Cambogia un fruto procedente de la India rico en ácido hidroxicítrico que reduce la conversión de hidratos de carbono en grasas e impide la liberación de las enzimas necesarias para que ese proceso se lleve a cabo, con efecto de saciedad.
También, son recomendables, por tener una reconocida actividad diurética y remineralizante, las infusiones de cola de caballo, diente de león, grama, estigmas de maíz y abedul pues tienen una reconocida actividad diurética y remineralizante