Cuantas veces un jugador ha sentido pánico mientras estaba disputando un partido, son tantas las veces que incluso la mayoría de jugadores sueltan una pequeña sonrisa solo de pensarlo.
El miedo es un comportamiento humano, y por tanto, por más que no nos guste no podemos sacarlo fuera del deporte. Ahora no entraremos en los motivos que lo provocan, sino más bien sus efectos en la vida deportiva.
A un tenista le puede hacer lanzar una pelota fuera, a un futbolista hacer un pase mal, y a un jugador de básquet fallar un tiro libre. Fuere como fuese, el miedo, el pánico, el descontrol lleva inherentemente a una reacción no esperada en el deportista.
¿Se puede combatir el miedo en el deporte? Esta es la gran pregunta, que no siempre es posible responder, lo que sí es posible es controlarlo, y hacer que el rendimiento deportivo aumente. Por ejemplo, una herramienta muy potente es justamente la confianza, si un jugador está confiado tendrá más valor para probar y hacer cosas que no alguien aterrado en el terreno de juego. Esta confianza hay que tratarla con el conjunto de equipo, unos compañeros que ayuden y apoyen a un jugador son la clave del éxito en este aspecto.
A parte de la confianza, otra arma a recurrir es la propia experiencia. Esto ya no se puede trabajar, simplemente, y aunque suene algo raro, hay que tener paciencia y esperar. La experiencia, el ir ganando minutos y entrenamientos, hará que nos acostumbremos a situaciones potencialmente propensas a esos momentos de pánico y horror deportivo.
Esa es la razón por la que los veteranos mejoran su rendimiento muchas veces, aún estando en peores condiciones físicas, que los más jóvenes, justamente porqué no sienten presión ni miedo a la hora de competir.
Hay que recordar que es posteriormente, cuando ya avanza una carrera deportivas, cuando el jugador o jugadora se lamenta de no haber hecho “aquello”, que sin miedo y con confianza si habría hecho.