La moda de los selfies que parece muy inocente a simple vista puede tener un trasfondo más profundo del que parece en un primer momento. Y es que, detrás del hábito de colgar un selfie con frecuencia en las redes sociales está el deseo de recibir reconocimiento por parte de los demás. Por tanto, en caso de no tener la respuesta esperada a nivel social, es posible sufrir tristeza y decepción.
La tristeza puede ser tan honda que incluso se corre el riesgo de sufrir depresión. Asà lo explica la especialista Panpimol Wipulakorn del departamento tailandés para la salud mental que explica que «prestar demasiada atención a las fotografÃas publicadas, controlando quién las mira o a quién le agrada o quién comenta, con la esperanza de lograr la mayor cantidad posible de ‘me gusta’ es un sÃntoma de que las ‘selfies’ están causando un problema».
Detrás de este hábito se esconde la felicidad como un escaparate en el que uno demuestra frente a los demás a través del poder de la imagen lo bien que se siente consigo mismo. Uno de los problemas más graves que podrÃan derivarse del uso excesivo del selfie es la falta de confianza en uno mismo y los problemas de autoestima.
Publicar fotos con el objetivo de recibir la aprobación por parte de los amigos y conocidos coloca al ser humano en una situación de vulnerabilidad porque es importante aprender a vivir de acuerdo a un criterio propio.
La moda de los selfies muestra en última infancia cómo la tecnologÃa va ocupando cada vez más espacio en el ocio de los jóvenes del siglo XXI. Y llegado el momento, conviene recordar la importancia de mirar a los ojos porque el trato humano y el contacto presencial aporta autoestima, sentido del humor, confianza, refuerza los lazos de amistad, aumenta los niveles de vitalidad…
En cambio, a través de las redes sociales se produce una paradoja evidente. Existen personas que tienen muchos contactos, reciben mucho feedback virtual, sin embargo, en su interior se sienten solas.
Practicar el selfie como algo anecdótico puede ser una experiencia divertida, convertirlo en norma puede no ser tan positivo. Entre otras cosas, porque es saludable valorar la intimidad personal en las redes sociales y aprender a disfrutar de los momentos vitales sin que los demás tengan que ver esos instantes a través de una foto.