Si hay un tema de moda en la montaña, es la utilización o no de los palos. Todo aquel que haya ido alguna vez con alguna persona de edad a la montaña se habrá encontrado con su eterno bastón de madera para ayudarse a subir las partes más duras del camino, o simplemente, tener un elemento decorativo a su subida.
En la actualidad, como todo, se ha comercializado y puesto de moda los palos de montaña. Unos elementos baratos en el fondo, muy robustos y fáciles de poner a tu medida, ya que se pueden adaptar fácilmente y sin mayores problemas.
De golpe, en los últimos tres años, hemos visto la emergencia de este elemento en todas las ascensiones, no es algo para la gente más adulta, sino también para todo tipo de edades. La discusión estaba servida.
Si bien es cierto que unos palos te ayudan a amortiguar toda la caÃda de peso, a muchos montañeros no les acaba de hacer gracia el tener que colgarse estos palos de las muñecas, y piensan que es un elemento más decorativo que práctico.
Cualquier que los haya probado, dirá que en efecto las subidas con palos, a no ser que el terreno sea muy abrupto, no son muy recomendables, ya que entorpecen más que ayudan, y no queda claro que la distribución de la carga ayude. En cambio, todo cambia en la bajada, en que los palos, no solo ayudan a nuestras rodillas y gemelos, sino que nos proporcionan una seguridad en el caminar, sobre todo por caminos o senderos muy empinados, que aumentan considerablemente nuestra velocidad de descenso.
Pero esto, no hace que el debate se acabe, ni mucho menos. Asà que lo mejor es probarlos, en alguna salida, y asà salir de dudas, al fin y al cabe, este elemento es como todo lo demás en montaña: va a gustos.