Los jugos y las bebidas constituyen un elemento indispensable a la hora de almorzar o cenar, y es una costumbre que la sociedad toda ha incorporado desde hacce mucho tiempo atrás.
Escenas de comidas con copas o vasos de bebida se pueden apreciar en las grandes obras de la antigûedad. Sin embargo, cabe preguntarnos ¿es sana la mezcla de lÃquidos y solidos que producimos en el almuerzo?
La sopa es un lÃquido considerado comida por su modo de preparación, su sabor y consistencia. Mientras que el jugo y la bebida difieren en lo que al aroma y a la temperatura se refiere.
Lo que sucede es que estos lÃquidos alteran la temperatura del tracto intestinal, provocando cambios en los procesos digestivos, en el mecanismo de defensa, en el equilibrio de la flora intestinal y en los movimientos intestinales.
Además los jugos industrializados y las bebidas gasificadas presentan un PH ácido, lo cual podrÃa repercutir negativamente en el tubo digestivo.
Esto en cambio no sucede de la misma forma con los jugos vegetales naturales, a temperatura ambiente y recién exprimidos y sin azúcar. El exceso de azúcar o la oxidación y descomposición de sus elementos nutricionales hace que la bebida sea ácida.
En fin, no resulta difÃcil discernir qué es lo bueno y qué no lo es. Las culturas milenarias y disciplinas de salud repiten la popular frase de que uno es el resultado final de lo que se consume.
Un vaso de lÃquido en el almuerzo, puede repercutir a posteriori si lo incorporamos con un hábito. Este puede estar fundamentado en algo bueno (un estado de lo más saludable) o en lo malo (la aparición de una enfermedad.
Por lo tanto, una buena alimentación deja de tener sentido cuando no hay una buena digestión, la cual a su vez depende en gran medida de un buen hábito alimentario.