Entre 1950 y hoy en dÃa, es decir en apenas dos generaciones, los hábitos alimenticios en los paÃses occidentales han cambiado radicalmente. Cerca del 80% de las proteÃnas consumidas son de origen animal, mientras que eran en un 80% de origen vegetal hace un siglo. Sin embargo, existen paÃses que tienen una alimentación y una higiene de vida irreprochables. Hoy vamos a descubrir todos sus secretos que pueden hacernos vivir más tiempo y con mejor salud.
El régimen okinawa, un régimen vegetal muy poco calórico
El aporte calórico de los habitantes de esta penÃnsula japonesa no supera, o muy poco, las 1000 calorÃas al dÃa, lo que es poca cosa. Esto se explica por una alimentación compuesta fundamentalmente de productos sanos como las verduras, arroz, tofu, un poco de pescado, poca carne, poca fruta, y muy poca materia grasa, especias y té verde.
Los adeptos del régimen okinawa sólo se nutren de alimentos de origen vegetal y densos a nivel nutricional, lo que es contrario a nuestro modo de alimentación occidental, donde nuestras comidas se componen esencialmente de azucares refinados y de grasas saturadas.
Otra caracterÃstica, todos estos productos frescos son cocidos lentamente a fuego suave y nunca en el microondas ni en barbacoa, limitando la pérdida de sus cualidades y los riesgos de aparición de partÃculas cancerÃgenas.
¿Qué es el régimen cretense?
Muchos regÃmenes se han inspirado en estos métodos mediterráneos. En efecto, este régimen cretense está compuesto principalmente de verduras, legumbres, cereales, fruta, pescado, pero también ajo, cebolla, finas hierbas y sobre todo, aceite de oliva, que es sin lugar a dudas la reina de este régimen. Al igual que el régimen okinawa, la carne ocupa muy poco espacio, también encontramos la presencia de productos lácteos, concretamente quesos y yogures fabricados con leche de oveja, y no de vaca, asà como un poco de vino tinto.
En 1988, un estudio fue realizado teniendo como objetivo encontrar los orÃgenes de la protección de la que se beneficiaban los famosos cretenses. Los doctores franceses Serge Renaud y Michel de Lorgeril, dividieron a 600 pacientes vÃctimas de un infarto en dos grupos. El primero reunÃa a pacientes que se alimentaban en función de las recomendaciones de los cardiólogos, y el segundo se alimentaba siguiendo los preceptos del régimen cretense. Al cabo de 27 meses de estudio, estos investigadores se dieron cuenta de una bajada del 70 al 80% en el número de infartos en el segundo grupo que se nutrÃa con las bases del régimen cretense.
Conocer los buenos y los malos alimentos
Encontramos varios puntos en común en estos dos regÃmenes con relación a los hábitos que se deben adoptar y a ciertos alimentos que se deben priorizar frente a otros.
Los alimentos que se deben consumir prioritariamente:
- Productos frescos,
- verduras a voluntad,
- cereales, frutas, y pescado pero sin excesos,
- hierbas, especias y aceite de oliva,
- y el conjunto cocinado lentamente, a fuego suave, o al vapor.
Los alimentos que se deben evitar al máximo:
- Los productos refinados, transformados, y platos precocinados ricos en conservantes, colorantes, y que realzan el sabor, la sal, etcétera.
- La carne, que solamente se debe reservar para las grandes ocasiones, y sobre todo no consumirla a diario.
- El azúcar, en sentido amplio.
- Las malas grasas, carne, productos lácteos, etcétera.
- Y por supuesto, nada o muy poca cocción violenta.
Okinawa o cretense, ¿cuál escoger?
Todos hemos podido comprobar que el régimen cretense y el régimen okinawa son la inversa de otro régimen muy conocido que es el hiperproteico. Este régimen, muy popularizado durante cierto tiempo, tenÃa como única finalidad hacer que se perdiera peso de forma provisional.
Bien sea un régimen okinawa o un régimen cretense, no conviene perder de vista que los hábitos alimenticios de estos habitantes se asocian perfectamente con su modo de vida. Se ven menos confrontados al estrés, tienen una vida sociable más desarrollada, disponen de mayor tiempo para toda actividad diaria.
Según nuestra opinión, el régimen cretense es el que mejor se adapta a nuestro modo de vida, y el que más tiene que ver con nuestros propios orÃgenes.