El sobrepeso esconde casi siempre un problema emocional, y es en estas circunstancias cuando la comida pretende actuar como analgésico que cubra momentáneamente las preocupaciones que no hemos sabido controlar de otra forma. Por esta razón es necesario integrar técnicas cognitivas, emocionales y de comportamiento que nos ayuden a autocontrolarnos.
Conviene dejar de lado los métodos milagro puesto que se trata, normalmente, de trampas que nos hacen perder dinero y desmotivarnos cuando nos damos cuenta que no se obtienen los resultados esperados. Estos métodos también pueden constituir un peligro para nuestra salud.
La única forma posible para perder peso es seguir un régimen adaptado y elaborado por un profesional, completado por una buena dosis de ejercicio fÃsico. La cuestión es sencilla pero complicada a la vez. Hoy vamos a ver de qué forma la psicologÃa nos puede ayudar.
Perder peso gracias a la psicologÃa
La psicologÃa es una disciplina que puede ofrecer una multitud de técnicas destinadas a proporcionar un mayor control de las pulsiones. El sobrepeso suele ser la consecuencia de una forma de actuar impulsiva que conduce a comer en exceso, o bien a la ausencia de organización adecuada que permitirÃa practicar una actividad fÃsica frecuente. Además, si se aumenta de peso, el estado de ánimo se reduce dejando a las personas a merced de sus propias pulsiones.
Para romper este cÃrculo vicioso, el primer paso consiste en prepararse para la acción. Es decir, estar decididos a cambiar y estar preparados a utilizar toda la energÃa para conseguir los objetivos fijados. Ciertamente, no se trata de una cuestión fácil, pero el resultado es que la persona se siente mucho mejor si consigue alcanzar los objetivos previstos.
Platos pequeños
Normalmente, comemos hasta que el plato queda vacÃo. Comemos porque el plato está lleno, a pesar de no tener más hambre. Esto parece evidente, pero si se quiere perder peso, conviene dejar de lado los platos grandes que tenemos en la cocina y comprar platos más pequeños. De esta forma, no será posible servirse una gran cantidad de comida en la mesa.
Siempre es posible repetir. Sin embargo, el hecho devolver a la cocina para servirse una segunda vez y comer un segundo plato, nos ayudará a reflexionar con más realismo.
Comprar con el estómago lleno
Cuando vamos al supermercado para hacer la compra y sentimos hambre, es probable que terminemos por comprar comida ultra calórica, como reposterÃa industrial, chocolate, etcétera. Lo ideal es ir al mercado después de haber comido y que el cerebro sienta que estamos saciados. De la misma forma, si podemos evitar no tener este tipo de alimentos en casa, también evitaremos caer en la tentación de comer exageradamente.
Adiós al régimen hipocalórico
A pesar de que no se recomienda comprar alimentos hipercalóricos, seguir un régimen pobre en calorÃas que provoca tener más hambre durante todo el tiempo, tampoco es una buena idea. Si no nos sentimos saciados después de la comida, es probable que terminemos comiendo exageradamente, y normalmente esta comida suele estar compuesta de alimentos hipercalóricos. En conclusión, debemos comer sano pero no dejar que el estómago sienta hambre.
Tolerancia con las emociones
La comida nos permite normalmente esconder las emociones negativas. Estas suponen pasar por altos y bajos que nos empujan a ir a la nevera y comer cada vez que nos sentimos mal. Haciendo esto, la emoción recae y nos sentimos mucho mejor.
El problema está en que esta mejora de nuestro estado de ánimo tan solo dura un instante, y finalmente desemboca en culpabilidad. Por consiguiente, hay que aprender a tolerar las emociones, a aceptarlas como formando parte de nosotros mismos, y a no intentar huir relegándolas en el estómago y controlándolas con culpabilidad.
Comer 6 veces al dÃa
La idea es no tener hambre y no comer para compensar el vacÃo. De la misma forma que no se recomienda seguir un régimen hipocalórico, tampoco es deseable comer pocas veces al dÃa, porque entonces terminamos picoteando entre comidas. Más vale respetar 6 comidas bien establecidas, de manera a que no haya huecos a lo largo de los cuales podrÃamos sentir hambre y caer en la tentación de ingerir otro alimento.
No hay alimentos prohibidos
Todo lo que está prohibido termina por convertirse en un deseo: por tanto no debemos impedir la ingesta de ningún alimento. Esto no significa que tenemos vÃa libre para comer todo lo que deseamos, pero nos lo podemos permitir al menos una vez a la semana. De esta forma, hacemos que las ganas se desvanezcan.