Las artes marciales no solo se enfocan en lo físico sino también en la idea de conseguir que quienes las practican puedan comprender sus propias emociones y en el caso de los niños la influencia sobre sus propios sentimientos es aún mayor.
Un niño o una niña que llega por primera vez a su clase de artes marciales siente una emoción especial. Vestido con ropas especiales sus pensamientos están en la idea que con entrenamiento y mucho trabajo podrán luchar y hasta quebrar una table dando un solo golpe.
Los niños que practican artes marciales intentarán superarse cada día y lo mejor de todo aprenderás a lidiar con sentimientos como la frustración pues después de varias tentativas quizá no puedan conseguir todo lo que se propongan.
Jason Wilson, practica artes marciales desde hace 22 años, es profesor y tiene su propia academia The Cave of Adullam, en Detroit, Estados Unidos. Este maestro afirma que es una verdadera tontería no ayudar a que los niños que practican artes marciales no aprendan a lidiar con sus propias emociones.
Así, Wilson, enseña en su academia de artes marciales un entrenamiento al que denomina como transformacional. Con modalidades como el Aiki-jutsu, Jiu-jit-su, Kempo y Box, él trata de incentivar a sus jóvenes alumnos a participar en competiciones y a lidiar tanto con los triunfos como con las decepciones.
La idea de Wilson es enseñar a los niños a entrenar y transformarlos en jóvenes que sepan lidiar con todo tipo de sentimientos antes de que la propia vida o el mundo lo hagan de una manera más feroz y dolorosa.
Tanto Wilson como otros instructores de artes marciales que colaboran con él, ayudan a los niños varones a encarar sus emociones negativas como la rabia, tristeza, envidia y aprendan a que es totalmente falsa la idea de masculinidad que ven en los filmes o series de televisión donde los hombres son sujetos invencibles y agresivos que no se contactan con su propias emociones.
Según este maestro de artes marciales es necesario que los niños se permitan ser emocionales y dejen de lado la cultura del super hombre, pues eso solo acaba con jóvenes inseguros.
Es importante además, según Wilson, desterrar la premisa de la “falsa masculinidad” fortaleciendo por sobre todas las cosas los lazos entre padres e hijos. Por ello, en algunas aulas de artes marciales este profesor invita a que los padres también participen. De esta forma los niños aumentarán no solo su confianza sino también tendrán una mejor comunicación con sus padres.
Asimismo, Wilson procura dar un apoyo especial a muchos niños cuyos padres están ausentes, algo que muchas veces desencadena agresividad en los pequeños. El profesor afirma que él y sus colaboradores están en ese lugar porque quiere que los niños sepan que con ellos pueden contar siempre.
Para terminar, Wilson dice que su tésis de trabajo se basa en que el “combate” solo debe darse cuando es necesario. Es vital enseñar a los niños que la violencia comienza antes que los puños sean cerrados o antes que las balas sean disparadas.
En definitiva lidiar con las propias emociones y sentimientos es enseñar a los niños que aprenden artes marciales que no precisan demostrar que son poderosos.