Cuando se habla de Artes Marciales, lo primero que se viene a la mente es un combate entre dos adversarios con diversas técnicas no utilizadas en riñas callejeras y con cierto grado de sofisticación. Se trata de una demostracion que pone de manifiesto que por detrás de cada uno de ellos, existe un gran entrenamiento que por lo general ha llevado varios años y con las características propias de cada estilo, que sólo los que entienden pueden dilucidar de cuál se trata.
En los entrenamientos existen luchas entre los miembros de cada escuela para depurar sus técnicas y por sobre todas las cosas poder medir el verdadero nivel del practicante, ya que es una forma de realizar una comparación de la capacidad de uno frente a otro con características de peso similares.
Generalmente en estos “kumites” o combates no se busca un ganador por que en artes marciales ese no es el objetivo. No es importante en una lucha de entrenamiento, saber quién gana o quién es mejor.
Pero cuando en un Arte Marcial sus participantes se organizan en categorías, para enfrentarse con otros que generalmente son de la misma disciplina pero de otra escuela, y lo que se busca es una copa o un trofeo y las definiciones de los combates ya no son por “ipon” o puntos sino por knock out, se está frente a otra visión de las Artes Marciales, muy diferente a la filosófica de sus orígenes. Es lo que se puede considerar “la occidentalización de oriente”.
Este nivel competitivo se inicia con la incorporación de algunas de ellas como Judo y Tae-kwon-Do y se extiende a los diversos torneos privados de otras modalidades, generalmente de artistas marciales de la misma disciplina.
Aunque últimamente desde hace aproximadamente tres décadas, comenzaron también los torneos interdisciplinarios, donde lo que se busca es la supremacía de las técnicas de un estilo frente a otro, hasta que en esta última década de produce la explosión del “Vale Todo” a partir del Jiu-jitsu con Box y que luego fue parcialmente reglamentado pasando a llamarse MMA (Mixed Martial Arts).
Lo que es absolutamente cierto, es que hay tantos fanáticos de estas competencias como detractores, que afirman que cuanto más competitiva es una Arte marcial, más se aleja de su esencia y de sus orígenes.
Está en cada uno hacer su propia evaluación y sacar sus propias conclusiones, lo que no puede aceptarse es que practicantes de disciplinas con tanta riqueza espiritual, suban a un ring a matar o a morir.