No parece que desvelemos nada nuevo si afirmamos que el comportamiento de las mujeres y de los hombres en la cama es muy distinto. Analicemos algunos datos que nos permitirán conocer mejor, a unos y a otros, a la hora de mantener relaciones sexuales.
Primeramente, los hombres son menos “egoístas” de lo que se imaginan las mujeres. Para ellos, una relación sexual es plena, si tienen la certeza de que su amante ha llegado a experimentar un grado alto de placer y satisfacción.
Para los hombres, el sueño se cumple si consiguen que su pareja alcance el orgasmo. Pero, por otra parte, diremos que la mujer se siente satisfecha, si en la relación sexual mantenida, el hombre se ha implicado emocionalmente. En otras palabras, la mujer prefiere saberse amada, aunque no alcance el orgasmo, para sentirse satisfecha.
Para un hombre, hacer el amor es la puerta que se debe abrir hacia los sentimientos. El hombre se experimenta como un verdadero amante, cada vez que vive una relación sexual completa y satisfactoria. En cambio, para que una mujer quiera hacer el amor con un hombre, primero tiene que saberse amada de verdad.
Si al comienzo de su vida sexual, los hombres se interesan más por el sexo que por los sentimientos, con el tiempo experimentan una evolución, hasta comprender que las emociones amorosas profundizan el placer recibido. Por el contrario, las mujeres, más sentimentales en un principio, descubren con el tiempo, lo maravilloso del placer sexual.
Sexualidad masculina, sexualidad femenina
Los hombres son los genios del placer rápido, de ahí su tendencia a la eyaculación precoz. Pero, quien dice rápido, dice también superficial.
Para experimentar un placer verdaderamente intenso y profundo, hay que tomarse su tiempo. La mujer, por su parte, no sabe lo que es el placer rápido. El orgasmo femenino es, de suyo, intenso, profundo y necesita tiempo para ser experimentado. Puede ocurrir que el orgasmo no venga de primeras, eso es signo de que deben aprender a aumentar la excitación.
El deseo masculino es más bien compulsivo, y procede del interior. El deseo femenino es más bien una respuesta amorosa, antes que un deseo, y por lo tanto, es menos espontáneo.
La mujer puede descubrir el orgasmo siendo muy joven (con 3 ó 4 años), a través de la autoexploración corporal; o quizás un poco más tarde, tras haber mantenido una primera relación sexual completa.
Antes de la pubertad, el hombre no sabe lo que es un orgasmo, y en la pubertad, la primera relación con el placer sexual, en el 95% de los casos procede de la masturbación.
Tras el coito, el hombre necesita un tiempo de reposo, porque se siente colmado y sereno. Sin embargo, la mujer sigue estando excitada, y quizás tenga ganas de volver a repetirlo.
Los hombre y las mujeres no viven los mismos ritmos, ni los mismos tiempos sexuales. Los hombres tienen tendencia a vivir un deseo compulsivo, una excitación rápida, y una descarga orgásmica muy rápida.
Las mujeres, en cambio, necesitan un tiempo de acercamiento, unos juegos preliminares, y un período largo de excitación antes de llegar al orgasmo.
Para conseguir una verdadera armonía que colme, tanto al hombre como a la mujer, hace falta tiempo, interés del uno por el otro, y deseos de explorar juntos la sexualidad de su compañero.
A veces, hace falta meses, incluso años, hasta llegar a alcanzar la verdadera felicidadsexual. Pero, el sólo hecho de querer aprender todo esto, es ya un placer en sí mismo.