Se define al sobrepeso como el aumento del peso corporal en relación a la estatura y según la Organización Mundial de la Salud, con un IMC entre 25 y 29,9.
La obesidad se denomina al aumento excesivo de la grasa corporal, de más del 20% del peso ideal; y su IMC es igual o superior a 30.
Para su diagnóstico, habitualmente, se utiliza la siguiente clasificación según el Índice de Masa Corporal (IMC o BMI), donde se relaciona el peso y la talla tanto a nivel individual como a nivel poblacional:
IMC: Peso (en kilogramos)
Talla (en metros)2
– Menor o igual a 18,5 en bajo peso.
– De 18,5 a 24,5 es peso normal.
– De 25 a 29. 9 es sobrepeso.
– De 30 a 34,9 es obesidad gado I.
– De 35 a 39,9 es obesidad grado II.
– Mayor o igual a 40 es obesidad grado II u obesidad mórbida.
Según la distribución de la grasa corporal, se distingue entre:
Obesidad androide: Localizada en la parte superior del abdomen. Es más frecuente en hombres. Tiene mayor riesgo de desarrollar hipertensión arterial, aterosclerosis y diabetes tipo 2. La persona tiene forma de “manzana”. El perímetro de cintura, que se mide es éste tipo de obesidad para establecer el riesgo, en hombres debe ser menor de 102cm, y en mujeres menor a 84cm.
Obesidad ginecoide: Predomina en abdomen inferior, caderas y glúteos. Es más frecuente en mujeres. Produce complicaciones mecánicas. La persona tiene forma de “pera”.
La principal causa de dichos trastornos se atribuye a un desequilibrio entre el ingreso y el gasto de calorías.
Otros factores son la modificación de la dieta, con una mayor tendencia a los alimentos ricos en calorías, grasas y azucares, y pobres en vitaminas y minerales; el sedentarismo; factores genéticos (la incidencia varia según sea uno o ambos padres obesos); factores ambientales; factores socioeconómicos; factores psicológicos (como la discriminación)
La obesidad acarrea complicaciones, derivadas del exceso de masa grasa, tales como opresión torácica, desplazamiento cardíaco, taquicardia por esfuerzo, hipertensión arterial, insuficiencia cardíaca, angina de pecho, infarto de miocardio, várices, muerte súbita.
Pero no termina ahi, porque también puede llevar a una arritmias, cor-pulmonar. arteriosclerosis; diabetes mellitus tipo 2; hiperglucemia, dislipidemias; bronquitis crónica, neumonía, apnea de sueño (fundamentalmente nocturna), disnea; atrofia muscular, gota, perdida de la movilidad, osteoartritis (especialmente en las caderas, rodillas y tobillos).
Además, de dispepsia, reflujo gastroesofágico, úlcera péptica, estreñimiento, insuficiencia hepática, insuficiencia pancreática; insuficiencia renal crónica, edemas; alteraciones cutáneas; cefaleas, insomnio, ACV; infertilidad, síndrome de ovario poliquístico, alteraciones menstruales.
Sin olvidar, aquellos problemas psicolosociales como miedo e inseguridad personal, pérdida de la autoestima, depresión, discriminación, aislamiento, angustia por presión social; entre otras.
El riesgo aumenta progresivamente a medida que lo hace el IMC; fundamentalmente, acreciente la morbimortalidad.
La persona que sufre de sobrepeso y obesidad, necesita ser diagnosticada tan pronto como sea posible independientemente de sus síntomas, ya que sin el diagnostico, no se puede establecer un tratamiento adecuado, destinado a mejorar el estilo de vida de quien lo padece.