Con la llegada del invierno, el entusiasmo va desapareciendo, las ganas de vivir se van perdiendo, y se acaba el deseo de salir y de moverse de los lugares habituales. Estamos hablando de una depresión estacional. Los sÃntomas aparecen al final del otoño, y pueden afectar de manera importante al rendimiento laboral, y a las relaciones personales.
Normalmente, los cambios de humor suelen ser cosa de mujeres, pero en caso de depresión estacional, los hombres la sufren tanto o más que ellas. Este sÃndrome otoñal afecta, con mayor o menor intensidad, entre un 10 y un 40% de la población.
Los sÃntomas son bastante claros: fatiga creciente, tristeza, falta de interés por el entretenimiento, etc. Los hombres que sufren una depresión estacional tienen necesidad de dormir más de la cuenta y pueden sentirse cansados incluso después de haber estado durmiendo más de 12 horas. En paralelo, su apetito aumenta, y se trata de un perÃodo propicio para engordar.
El cerebro de los hombres y la depresión estacional
La depresión parece tener una relación estrecha con el cambio de horario, y la reducción de los tiempos de luz de cada dÃa. Al estar expuestos menos tiempo a la luz solar, el cerebro comienza a funcionar más en el modo «noche», produciendo una perturbación de orden quÃmico. La producción de melatonina, la hormona implicada en la necesidad del sueño, aumenta, ejerciendo un efecto de cansancio y de depresión manifiesto.
Al disminuir la serotonina, aumenta la apetencia de azúcar. Esta depresión estacional no tiene nada que ver con problemas de orden psicológico, sino más bien biológicos. Las personas que trabajan de noche, o las personas que viven en lugares poco iluminados, también la pueden sufrir, incluso durante el tiempo estival.
El médico es el único que puede determinar con seguridad si se trata de una depresión estacional lo que estamos sufriendo, y cuyos sÃntomas suelen desaparecer con la llegada de la primavera. Pero, en todo caso, esto no quiere decir que no haya tratamiento alguno para aliviar los sÃntomas.