En el deporte, muchas veces somos victimas de nuestras propias circunstancias y momentos de la vida. Pero podemos caer en el error de pensar que estos nos controlan a nosotros cuando no es asÃ, más bien al revés. Pocas veces, los deportistas nos decimos a nosotros mismos «me lo merezco«, por supuesto, menos veces lo decimos de todo corazón y de forma humilde.
Un me lo merezco es la demostración a nosotros mismos, la actitud, de que te mereces más de lo que ahora tienes, y que por ello, debes seguir luchando y cogiendo todo aquello que te dan esas circunstancias: es pura y simplemente una actitud.
Ya sabemos que siempre hay alguien mejor, más veloz, más guapo, mejor posicionado, que mete más o que aguanta más, pero en lo que nadie nos puede ganar si nos lo planteamos de verdad es justamente en la actitud de que en un entreno lo podemos dar todo, y ser en conclusión, la persona que más «se merece» el premio. Esa es la buena formula de concebir un me lo merezco.
En equipo, debemos también hacer sentir a nuestros compañeros que se lo merecen. La actitud de dar unidad a un grupo, de mantenerse unido y en forma de piña, es sin duda la que nos llevará al éxito, y una palmadita en el hombre por parte de un compañero es algo milagroso.
Es el grupo el que en caso de error por nuestra parte, puede hacer que esta no se note tanto, y que sea rápidamente solucionado y apaciguado. Hay siempre que pensar que es imposible no cometer errores, que el partido perfecto no existe, y que por ello, lo más importante es intentar minimizar esos problemas y seguir adelante.
Esa es la actitud necesaria en el terreno de juego, donde una vez canalizados tus errores, apoyado a tus compañeros y trabajado duro en los entrenos, podremos decir bien alto en nuestro yo interior «me lo merezco» y con esa actitud interna coger aquello que nos pertenece: la victoria.