Todo lo que sirva para aumentar sustancialmente la adrenalina lo máximo que sea posible es válido para los amantes de los deportes extremos, como ocurre con el “Highlining”, que surge como una alternativa que tiene su procedencia en otros deportes como el montañismo, slackline (cuerda floja), y salto B.A.S.E, que originariamente era llamado de slacklining.
Así, el “slacklining“ se desarrolla a través de un recorrido extenso sobre una cuerda previamente tendida a pocos metros del piso o el agua, esta cinta se coloca algo tensa y permite realizar saltos y distintas acrobacias.
No ocurre igual con el Highline en que los puntos extremos dela cuerda se amarran a gran altura del suelo o del agua y el deportista comienza por equilibrarse en ella, luego a caminar, para terminar haciendo algunas piruetas y figuras coreográficas, lo que implica un gran equilibrio y dominio de la técnica.
Para los fanáticos de los deportes “al límite”, esta puede ser una buena opción que viene ganando a cada día adeptos en el mundo entero, siendo los franceses Tancrède, Julien, Seb y Antoine, los pioneros de esta nueva modalidad, a pesar que su origen se remonta entre los años 1980 y 1990 con el francés Patrick de Gayardon quien falleció en 1998 en una de sus incursiones.
El Highline recuerda mucho a los acróbatas de circo que hacen piruetas en una cuerda floja con la diferencia que en este deporte se está caminando a cientos de metros de altura muchas veces entre dos picos de montañas enfrentadas y donde cualquier error puede ser fatal.
A través del Highlining, los franceses Tancrede, Julien, Seb y Antoine no solo “volaron” caminando sobre una cuerda por los precipicios de Noruega sino que también fueron los primeros en registrar esta peculiar modalidad deportiva a través de un documental, en el que han podido demostrar como el Highlining es un deporte estremecedor y con límites que llegan hasta lo más insospechado.
El documental sobre Highlining se “I Believe I can Fly” que puede traducirse en “Creo que puedo Volar”, fue grabado en París y también en Noruega en locaciones donde abundan los rascacielos, fiordos y precipicios.
La cuerda utilizada es ligeramente elástica y suave colocada entre dos puntos altos y transversales y a diferencia de la labor que desarrollan los equilibristas sobre un cable de acero los deportistas que practican Highlining no dudan en realizar esta verdadera hazaña que requiere no solo de de gran valentía sino también una cierta habilidad acrobática para manejar adecuadamente las tensiones de la propia cuerda.
Highlining es la modalidad más extrema del slackline y requieren de una gran seguridad para el practicante, el uso de los implemento adecuados y el montaje pertinente para evitar accidentes fatales.
El documental completo “I Believe I can Fly” realizado por Tancrede, Julien, Seb y Antoine se encuentra en la web del director www.sebmontaz.com.