No siempre tiene que haber un accidente o tener alguna enfermedad anterior para estar en peligro. De hecho, no hace falta estar en un peligro mortal para tener en cuenta diversos factores que pueden afectarnos de una forma u otra.
El deporte y nuestra vida diaria, todos los elementos cotidianos nos hacen estar expuestos. Al igual que los accidentes, no podemos ni debemos vivir eternamente bajo el miedo y la limitación de si nos puede pasar algo, pero sà que es cierto que hay que ser consciente de los peligros que nos acechan.
Ya sea en la playa o en la montaña, nuestros ojos y el efecto que tienen sobre ellos el sol, debe ser una de las prioridades a vigilar, sobretodo en temporadas estivales, cuando el sol se vuelve más severo.
Por ejemplo, no sé si por un factor de estilo y moda, pero en montaña cada 300 metros que ascendemos, la radiación solar aumenta un 4% aproximadamente. Razón bastante evidente de porqué utilizar gafas de sol para proteger nuestros ojos.
En estos casos, si notamos mucho dolor, o incluso principios de ceguera, debemos aplicar frio sobre los ojos, un poco de agua en un trapo puede ayudar mucho, si tenemos colirio ya será una maravilla, y lo ideal serán unas gafas de protección 100% frente rayos UV.
En la playa o la nieve, la exposición es más fuerte, ya que el agua y la nieve pueden hacer rebotar a los rayos y provocar más radiación. Lo que hace que tengamos que tener muchÃsimo más cuidado.
De hecho, en la playa se nos junta también el problema de la propia piel, que hay que controlar. Actualmente en cualquier farmacia disponemos de un gran surtido de todo tipo de cremas protectoras, y aunque hay gente que odio la sensación de pringoso, eso no deja de ser algo de tiempos antiguos, hoy en dÃa, las cremas son de lo más cómodas y no existe excusa para dejar de hacer uso de ellas.