Alto en el camino para hablar de un tema que muchas veces se deja de lado, que es el deporte como una herramienta poderosa de transformación social y también personal. Por un lado, todos estamos de acuerdo en los poderes casi mágicos que puede provocar el deporte en nuestro cuerpo, la práctica deportiva nos hace sentir mejor, nos proporciona beneficios tanto psicológicos como también fÃsicos. Estos beneficios no tienen dudas por parte de nadie, quizá los que no se vean tan claros son justamente los beneficios sociales y educativos que el deporte nos puede aportar.
De hecho, uno de los temas que también no suelen abordarse es como el deporte puede construir espacios de paz y consolidar dinámicas positivas en este sentido. Sin ir más lejos, deberÃan ser un ejemplo las olimpiadas. En la antigua Grecia, durante su celebración ninguna polis (ciudad) podÃa estar en guerra, era un perÃodo de tregua y paz. De la misma manera, en la modernidad, también ha servido como una válvula de escape en muchos casos, como por ejemplo el fútbol para aliviar tensiones entre algunos paÃses.
Aunque por supuesto, esto también tiene su cara negativa, estos beneficios que son globales y para todos, no llegan de forma directa si no potenciamos unos hábitos saludables. La violencia descarada en las gradas, los grupos violentos de seguidores o las actitudes poco deportivas, son sin duda elementos por los que debemos lugar y eliminar de nuestras formas de hacer.
Es cierto que cada vez se potencia con más claridad actitudes respetuosas en los campos, ante todo en categorÃas de promoción y donde están involucrados niños y niñas, pero los pasos deben ser aún más contundentes. Ya que es justo en la base donde los beneficios pueden llegar a ser más enormes de cara al futuro.
El deporte puede ser, sin gran esfuerzo, la panacea.