No, es una palabra que les cuesta mucho pronunciar a algunos adultos. Sin embargo, de niños, todos hemos tenido tiempo para entrenarnos y responder No a nuestros padres.
La primera condición para poder decir No serenamente es saber lo que se quiere. Si se nos pide algo, lo que sea, si no sabéis exactamente cuál vuestro deseo, tendréis tendencia a decir SÃ, simplemente porque los demás os lo piden con educación.
Esto significa que hace falta decir No con conocimiento de causa, y siempre que algo os indisponga, os moleste, y no de forma sistemática tal y como hacen los niños.
Para plantearse un rechazo, es necesario tener confianza en uno mismo. Pensar esto: «cuento tanto como los demás», «mi bienestar vale lo mismo que el de los demás», o esto otro «no tengo por qué hacerme violencia para darle gusto». Y es que algunos Sà que uno se impone, son una clara muestra de la violencia que uno se hace contra sà mismo. Se debe pensar: «yo también soy importante».
¿Por qué se tiene miedo a decir que no? Porque hacemos una amalgama. Si digo No, tengo la impresión de que no sólo no respondo a la pregunta que se me hace, sino que digo No a la persona que está en frente de mÃ: «no te quiero», o «no, no cuentas mucho para mû.
Y lo que simplemente estaba ocurriendo es que nos estaba preguntando si estaba dispuesto a organizar la cena de navidad en mi casa, y que este año no iba a ser posible porque no os encontrabais con ánimos suficientes para festejar nada.
Esta forma de ver las cosas es la que está viciada. Ponéis en juego algo que no es tan importante, ni para vosotros ni para los demás. La pregunta que debéis haceros es qué herida estáis infligiendo a la persona que os está planteando esa cuestión.
Por lo tanto, si para vosotros, decir No es un calvario, se pueden encontrar soluciones para ayudaros a afrontar la verdad:
Lo primero que debéis pensar en responder es esto: «voy a pensármelo», o «tengo que verlo». Nadie os lo tendrá en cuenta si volvéis con un No como respuesta. Mejor es esto que empezar diciendo SÃ, y dÃas más tarde tener que echaros para atrás sobre la primera decisión tomada.
Suavizar el No: «Me gustarÃa poder ayudaros, pero este año No va a ser posible». Os sentiréis mejor por haber mostrado a la otra persona que la cuestión que os plantea no os es indiferente.
No os justifiquéis. Decid: «no, verdaderamente no puede ser este año». No hace falta dar explicaciones, el otro debe aceptarlas, no se trata de vuestro superior, y no tenéis por qué rendirle cuentas.
Finalmente, lo mejor de aprender a decir No es que vuestro Sà se convertirá en un Sà de corazón, sin dobleces. Y todo, porque sabéis decir NO.