Con los primeros rayos de sol, nos entran las ganas de volver a ponernos de corto y salir a correr, pero para los más osados, incluso eso ya se queda corto, y la opción de correr por montaña se le hace más apetecible.
Curiosamente, esta práctica está poco extendida, ya que su dureza es considerable, y se requiere de diversas técnicas más cuidadas que el simple running. El hecho de tener que desplazarte también hace que su práctica se más compleja, pero esto no le quita mérito ni diversión.
Los retos que un corredor normal puede encontrar en una subida son varios. Lo primero que decir es que hay que escoger alguna que tenga sendero, y que nos proporcione espacio suficiente, escoger por ejemplo una cima de acceso complejo, en que haya que medio escalar, pues tampoco es demasiado acertado, pero en contra, una montaña simple, con algún que otro camino, y sin muchas piedras o rocas de por medio, puede ser ideal para nuestras primeras prácticas en correr por montaña.
Aún asÃ, algunos consejos prácticos que debemos modificar: por ejemplo en montaña no podemos realizar todo el movimiento de piernas tan perfecto como en plano, deberemos intercalar los saltos con los pasos largos, de igual manera, muchas veces se tratará más de ir saltando (sobretodo en bajada) que de correr en si.
Otro elemento es la tan temida piedra, que puede torcernos el tobillo, el secreto está en conseguir no plantar todo el peso en cada pisada, e ir repartiéndolo, incluso, a cada paso, de pierna a pierna, y asà conseguir estabilidad y muchÃsimo movimiento.
El gran placer de correr por montaña sin duda está en la bajada, en que con la mitad de esfuerzo podemos conseguir velocidad de impresión, subiendo nuestra adrenalina de forma considerable, eso unido a la falta de control por la gran pendiente, puede ser aún más placentero.
Pero si de veras se quiere experimentar la gran experiencia de correr por montaña nada mejor que una buena tartera llena de piedras y rocas pequeñas, por las que literalmente deslizarnos a gran velocidad.