Nos estamos acercando al verano, época de playas y bikinis, momentos de culto al cuerpo y la figura, y seguramente para muchos, de frustración ante esas imperfecciones al comparar sus curvas (ya sea la falta o el exceso) con las de los modelos y personajes públicos.
Entonces, de repente, entran las ganas de «hacer algo» y por ahà se cuelan las dietas y soluciones fantásticas para eliminar grasas, lÃquidos y demás.
Lo que casi ninguna dieta explica (y cuanto más «milagrosa» menos todavÃa) es que el peso que podamos perder con ellas sólo será efectivo si tal dieta se convierte en hábito permanente y más que dieta, pasa a ser nuestra forma habitual de alimentación, la lógica es aplastante.
Si al modificar nuestros hábitos alimenticios perdemos peso, en cuanto dejemos esos mismos hábitos retornaremos a la situación precedente, asà que, o convertimos la dieta en algo perpétuo o mejor ni lo intentamos, ¿puedes comer asi para el resto de tu vida?
Si la respuesta es no, es que esa dieta no vale para nada y es más, aún podria ser peligrosa, si la respuesta es sÃ, una de dos, o que te estás mintiendo a ti mismo o es que antes comÃas muy mal.
Dietas de la alcachofa, de la manzana, del vinagre, de los hidratos, del doctor Puturrú de Fuá, incluso bromas populares como la dieta del pollo y pan, cada poco tiempo surge alguna pero nadie se plantea la dieta de la comida normal y corriente, es curioso, ¿que qué dieta es esa?
Pues sencilla, comer bien, variado, mucha fruta, legumbres, pescado, carne poca y buena, y en general, reducir la ingesta a lo que se necesite. Por desgracia de sencilla tiene poco, y nuestro cuerpo no ayuda precisamente por que nuestra programacion genética nos impele a devorar más de lo que realmente necesitamos.
Y es que hubo un tiempo en el que la «dieta» era obligada, siglos antes del cristianismo casi siempre era cuaresma y no se estaba para lujos, comer todo lo que se pudiera hoy por que mañana quien sabe, asÃ, a través de los siglos nuestros cuerpos se fueron programando para acumular grasas como reservas ante las seguras carestÃas estacionales, y , por cierto, la carne, pese a lo que digan algunos vegetarianos, fue la gran tabla de salvacion e impulso para nuestra evolucion, pero hoy en dia se ha convertido en golosina disfrutada en exceso.
El tiempo pasó, mucho podria pensarse, pero muy poco en terminos biológicos y evolutivos, nuestros cuerpos prácticamente siguen pensando que vivimos en el paleolÃtico y estan avidos por azúcares, grasas, y no son pocos los casos en que son propensos a engordar desmesuradamente ante el gran aporte actual de proteÃnas, lÃpidos y ricos hidratos de carbono ya que esta caracterÃstica era fundamental para la supervivencia en el pasado.
Actualmente además de engordar nuestras cinturas engorda la cuenta de cirujanos plásticos y empresas del ramo. Claro, antes, para cazar al mamut habia que sudar de lo lindo y hoy, como mucho , se suda en el gimnasio y eso algunos.
SÃ, sudar cuenta mucho, más que la dieta misma, por la sencilla razón de que si ingieres cierta cantidad X de energÃa pero solo gastas X/2 (la mitad) , ¿a dónde va el resto?
¡Correcto!, a tus michelines, por si el dÃa de mañana los necesitas, pero en las sociedades en las que vivimos, ese dÃa de mañana nunca llega. Y no sólo eso, nuestro cuerpo tiene mecanismos para ahorrar y evitar gastar lo ahorrado, es decir, que la grasa acumulada cuesta mucho quemarla, antes el cuerpo intentará consumir azúcares e incluso músculo que tocar su «preciosa» grasa.
Por todo esto volvemos al principio, ¿una dieta de 15 dias? ¿para que?
Puedes perder algo de peso y volumen, pero recuperarás ese peso muy rápidamente en cuanto dejes la dieta, y , si encima es una «dieta sedentaria» seguramente perderás mucha masa muscular también, recuerda que el cuerpo es muy avaricioso con su querida grasa, asà que el ejercicio fÃsico deberÃa acompañar a la dieta siempre, ahora ya sabes la razón por la que las dietas «milagro» no valen de nada.
Autor: Uberum
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