Que los excesos son malos, y que todo mal habito debe ser eliminado si queremos hacer deporte, es algo compartido por cualquiera mÃnimamente informado o dentro del mundo del deporte.
Aún asÃ, los vicios (palabra suave con la que definir a las drogas) son habituales, y mucho más en deportistas amateurs o que empiezan sus andaduras por estos mundos.
Es muy habitual encontrar a jóvenes que combinan sus entrenamientos a su deporte habitual con el tabaco, o incluso aquellos deportistas que beben alcohol habitualmente (de hehco, en algunos deportes es una especie de tradición la ingesta de alcohol).
Pero por si aún hubiera dudas, el alcohol o cualquier tipo de drogas reduce drásticamente el rendimiento deportivo del jugador. Por ejemplo, gracias a los estudios de la American College of Sports Medicine sabemos a ciencia cierta que beber alcohol reduce y perjudica nuestra capacidad psicomotriz, esto es, la coordinación del cuerpo, de los ojos, de nuestras reacciones básicas antes algo.
Otros elementos interesantes desprendidos del estudio es la afectación a la temperatura del cuerpo en ambientes frÃos. Cosa importante si hablamos de deporte al descubierto.
Por supuesto, el consumo prolongado y excesivo produce cambios patológicos en hÃgado, cerebro, músculo, corazón y puede llevar a la incapacidad y la muerte.
Si sabemos todos estos efectos, empieza el trabajo de entrenadores y todos aquellos que ejercen un rol sobre los jugadores, para tanto prevenir estas conductas como para intentar erradicar su uso, ya que como vemos, en el fondo perjudica tanto al jugador como al grupo donde realiza deporte.
A parte, también existe un problema social y de actitud. Los jugadores que normalmente consumen alcohol de forma asidua, tienen actitudes mucho más agresivas y preservar, tienen reacciones anormales a las indicaciones de los entrenadores, y acaban repercutiendo sobre la moral y la disciplina de los grupos.
Como vemos, es un problema grave, que deberemos controlar si somos los entrenadores o capitanes de un grupo.