Puede decirse que el Aikido es un combate que se libra internamente y sus resultados son externos.
La práctica del Aikido refuerza tanto el ser, como el saber y el hacer de quien lo realiza, ya que uno de sus principios es que “el trabajo del cuerpo viene también desde la mente”.
Las arte marciales orientales se configuran de manera distinta a la que se conoce en occidente, ya que se trata de una educación integral en todo los órdenes de la vida, siendo primordial el tener un conocimiento del propio ser, siendo las bases para el aprendizaje de cualquier tipo de disciplina.
De igual forma la ejercitación física no es el fin último al que se desea llegar en la mayoría de estas prácticas, sino que se tiene el concepto de equilibrio tanto en el desarrollo del cuerpo como del espíritu, ya que ambos son parte de un todo y esto se logra a medida que el discípulo con el paso del tiempo internaliza todos los conocimientos.
El Aikido forma parte de este tipo de artes marciales y pese a su tradición milenaria, recién nace como disciplina en Japón en 1925, teniendo como objetivos la búsqueda de una armonía ante situaciones conflictivas trabajando de forma consecutiva el ser, saber y hacer de todo individuo.
La unión de la mente, el cuerpo y el espíritu es un principio básico en este tipo de trabajo, que consiste en lograr un equilibrio de las funciones humanas, llegándose a esto a través del conocimiento de uno mismo y descubriendo los niveles a los que el hombre es capaz de llegar.
Por otra parte, tanto el Aikido como todas las disciplinas que pertenecen al Budo no son competitivas.
Además, el Aikido es hoy una de las pocas artes marciales que guarda la idea original que se refiere a un camino de la realización personal, utilizando el método de la educación para llegar a alcanzar niveles de consciencia.
El Aikido es una forma de volver a la armonía y su práctica genera diversos beneficios para el cuerpo y esto se da de una manera natural sin el objetivo físico de por medio.
El Aikido es un tipo de disciplina que favorece la flexibilidad, tonificación muscular como también la capacidad de reacción ante lo inesperado, que se consigue por medio de la práctica en pareja, donde los adversarios se enfrentan pero sin ánimo de golpearse, sino de evitar el conflicto por medio de movimientos lineales y circulares hechos de manera muy sutil.
En definitiva, puede afirmarse que el Aikido es una manera de detener un conflicto y hacerlo de una forma inteligente, ya que desarrollando la inteligencia se obtienen resultados también a nivel corporal.
La práctica de esta arte marcial y la educación del cuerpo que con ella se logra, podemos compararla con el trabajo que se realiza en la danza, en donde no se está pendiente de un desarrollo muscular sino de la educación del cuerpo para llegar a un equilibrio.
Son los movimiento los que permiten salirse de la línea de fuerza y enfrentar al adversario de la mejor manera. Así, con movimientos que esquivan, envuelven, proyectan y dirigen energía hacia el otro son sus características más destacadas, buscando neutralizar al oponente y no destruirlo.
Como en toda actividad física siempre se comienza con un buen pre-calentamiento que es importante para un óptimo desempeño. Por otra parte, prepara el cuerpo y la mente para no tener distracciones, que son muchas veces las culpables de un mal desempeño.